jueves, 8 de octubre de 2015

1.3 Ampeología y mejora vegetal

Ampeologia y mejora vegetal

La ampelografía (ἄμπελος, "vid" + γράφος, "escritura") es el campo de la botánica que concierne a la identificación y clasificación de las vides (vitis). Tradicionalmente esto se ha hecho por comparación de la forma y color de la hoja de la vid y las bayas de la vid; más recientemente el estudio de las vides ha sido revolucionado por la huella de ADN.

Material vegetal de la vid y el viñedo

Las variedades autóctonas de una zona deberían ser las mejor adaptadas a las condiciones del lugar, pudiendo completar su ciclo sin problemas. Por eso están ahí desde hace siglos. Si además de todo esto, son variedades con buenas características enológicas, mejor que mejor.

La elección del material vegetal que se va a utilizar, es muy importante, puesto que las variedades y portainjertos se comportan de diferente forma según las características del entorno, algo que se refleja en la calidad de la uva obtenida. Además, hay que considerar que estas decisiones son determinantes en la explotación, ya que, salvo casos excepcionales, este tipo de cultivo es permanente puesto que un viñedo dura toda la vida.

Muchas veces, cuando se observa una vid, es difícil saber a qué especie o variedad corresponde. Su identificación y clasificación, se ha basado hasta hace poco en la ampelografía morfológica, ciencia basada en la descripción de distintos caracteres morfológicos de la planta. Para unificar criterios, la OIV fijó los aspectos a examinar.

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Legislación y reglamentaciones

La planta de vid consta de dos partes, variedad y patrón. Se debe a la aparición de la filoxera en Europa. En principio, se plantaron híbridos productores directos, generados por el cruce de V. vinifera y una especie americana. Las raíces de las plantas resultantes toleraban la presencia de dicho insecto.

Las variedades “recomendadas” son aquellas que pertenecen a la especie V. Vinifera y que producen vinos de calidad reconocida. Las variedades “autorizadas” son las que proporcionan vinos, que aun teniendo un nivel adecuado de calidad, es inferior a la obtenida con las recomendadas. (Regulación del potencial de producción vitícola).

Las Denominaciones de Origen determinan las variedades a plantar en su territorio, dentro de las permitidas por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, buscando la máxima calidad del producto final.

Lo mismo que pasa con las variedades, sucede con los patrones a utilizar. Su lista aparece también en el Real Decreto señalado anteriormente, y es común en todo el territorio comunitario europeo.

Se contemplan como portainjertos, aquellas variedades cultivadas con el fin de desarrollar el sistema radicular de la planta, y que hayan demostrado poseer aptitudes culturales satisfactorias.

Por todo lo comentado, podríamos decir que el primer criterio a tener en cuenta a la hora de elegir el material vegetal, es la existencia de una reglamentación muy estricta en el sector vitícola.

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Patrones
En su momento, buscando plantas resistentes a la filoxera, se trajo material vegetal de distintas especies vitícolas americanas y, sobre ellas, se injertó la vid europea. Sin embargo, pronto surgieron problemas. Tanto V. riparia como V. rupestris o V. berlandieri, se desarrollaban bien en determinados suelos, pero no en todos, como hacía la vid europea. Por esta razón se realizaron hibridaciones entre ellos, seleccionando, entre la descendencia, individuos que reunían las características favorables de los dos parentales. Así, hoy en día, casi la totalidad de los pies en viticultura, son híbridos de especies americanas, o entre éstas y la V. vinífera.
 
Por tanto, la existencia de tantos barbados se debe a que cada uno de ellos posee características distintas. Unos están mejor adaptados a la sequía, otros a los suelos ácidos. Los hay que soportan bien los terrenos salinos, o las zonas calizas, etc. Es decir, que en función del tipo de suelo que tengamos, elegiremos el portainjerto. Sin embargo, también existen otros condicionantes a tener en cuenta, como se puede observar en el siguiente listado:
  • Resistencia a la filoxera: Esta es la razón de la existencia del injerto en la vid.
  • Afinidad con la variedad: Es precisa una adaptación recíproca, en la fisiología y el metabolismo del patrón y la variedad, para que el desarrollo de la cepa sea el adecuado a lo largo de toda su vida.
  • Resistencia a la caliza activa: El exceso de este compuesto provoca una asimilación defectuosa de hierro por parte de la cepa, lo que provoca una deficiente fotosíntesis, y con ello, un debilitamiento general de la planta.
  • Resistencia a la sequía: La cepa precisa un mínimo de agua para su correcto desarrollo, y no todos los patrones satisfacen por igual dichas necesidades.
  • Resistencia a la humedad: Suelos fácilmente encharcables pueden originar asfixia radicular, algo a lo que todos los patrones son sensibles, aunque con ligeras diferencias.
  • Resistencia a la compacidad del terreno: Esta característica dificulta la emisión de raíces y aumenta el riesgo de asfixia radicular. Se presenta principalmente en suelos arcillosos.
  • Resistencia a la salinidad: Un exceso de sal en el suelo dificulta la absorción de agua, dando lugar a plantas raquíticas. Todos los pies son sensibles, aunque existe alguno un poco más tolerante que otros.
  • Resistencia a nemátodos: La presencia de estos insectos es probable en suelos en los que ha habido antes viña, por lo que habrá que buscar un portainjertos que los tolere.
  • Vigor del patrón y orientación de la producción: Los patrones provocan modificaciones en el comportamiento de las variedades. Aquellos que son muy vigorosos, mantienen la planta en crecimiento en perjuicio de la maduración. Normalmente aumentan la producción, aunque en otras ocasiones, favorece el corrimiento de la flor. Por el contrario, los que son poco vigorosos adelantan el ciclo vegetativo y la maduración de la cosecha.
  • Sanidad: Los patrones deben estar libre de virus y otras afecciones.
Los criterios de elección del patrón se refieren a su adaptación a las condiciones del suelo, a su compatibilidad con la variedad, a su optimización en el desarrollo vegetativo y productivo, y a su ajuste a las técnicas de cultivo previstas.
 
Patrones más utilizados en España
 
Sus nombres se designan normalmente con un número y una palabra o inicial. Ésta suele referirse a los obtentores del patrón, mientras que la cifra distingue el lugar que ocupaba la cepa original en el proceso de selección.
 
161-49 Couderc:
- Vigor medio. Proporciona una producción regular y de calidad.
- Adelanta ligeramente la maduración.
- Su principal característica es su alta resistencia a la caliza activa (25 %).
- Resistencia media a la sequía. Tolera la humedad. 
- Sensibilidad a nemátodos.
- Propensión a tilosis.

41-B o Chasselas:
- Induce un gran cuajado. Adelanta la maduración si la producción es moderada.
- Es el más utilizado en España por su adaptación a terrenos calizos (40 % de caliza activa).
- Resistencia media tanto a la sequía como a la humedad.
- Baja resistencia a nemátodos.
- Sistema radicular deficiente, por lo que los primeros años tiene un lento crecimiento.

110-Ritcher:
- Proporciona gran vigor a la cepa. En suelos fértiles puede generar corrimiento.
- Deficiente afinidad con Syrah y Pinot noir.
- Retraso en la maduración.
- Resiste hasta un 17 % de caliza activa.
- Resistente a sequía. Bien adaptado a los suelos poco profundos y compactos.
- Resistencia baja a nemátodos.

Rupestrisde Lot:
- Gran vigor. Favorece el corrimiento en terrenos fértiles.
- Posee ciclo vegetativo largo. Retrasa la maduración.
- Baja resistencia a caliza activa: 14 %.
- Adaptado a terrenos pobres y pedregosos, pero profundos.
- Sensible a asfixia radicular.
- Resistencia insuficiente a nemátodos.

420 A:
- Vigor medio.
- Adelanta la maduración.
- Resistencia a caliza activa: 20 %.
- Utilizado en suelos frescos, fértiles o regables.
 - Resistencia media a nemátodos.
 
99-Ritcher:
- Muy similar al 110 Ritcher, aunque con menor resistencia a la sequía en zonas poco profundas.
- Retrasa la maduración.
- Resistencia a caliza activa: 17 %.
- Sensible a carencia de magnesio.
- Muy resistente a nematodos.

Otros patrones

Otros patrones que se deben conocer, y que se pueden encontrar en España:
196-17 Castel:
- Muy vigoroso. Ciclo largo.
- Insuficiente resistencia a caliza activa: 6 %.
- Adecuada a terrenos ácidos. Muy utilizado en Galicia.
- Resistencia insuficiente a nemátodos.

3309 Couderc:
- Gran resistencia a la filoxera.
- Patrón de calidad para vinos finos.
- Poco resistente a caliza activa: 10 %.
- Sensible a la sequía.
- Buen enraizamiento.
- Muy sensible a nemátodos.

140 Ruggeri:
- Muy vigorosa. Favorece el corrimiento en terrenos fértiles.
- Retrasa la maduración.
- Resistencia a caliza activa: 20 %.
- Gran resistencia a sequía.
- Resistencia elevada a nemátodos.

SO4:
- Confiere vigor a la variedad. En ocasiones, provoca rajado en la uva.
- Favorece la fructificación y adelanta ligeramente la maduración.
- Resistencia a caliza activa: 20 %.
- Utilizada en terrenos frescos y compactos.
- Sensible a sequía.
- Escasa absorción de magnesio.
- Resistente a nemátodos.

1103 Paulsen:
- Muy vigoroso.
- Desarrollo precoz.
- Resistencia media a caliza activa: 17 %
- Gran resistencia a sequía.
- Soporta suelos compactos.
- Gran resistencia a salinidad: 1 % o ClNa. Es el patrón utilizado en este tipo de suelos. - Resistente a nemátodos.
La diversidad genética vitícola es una garantía de éxito en la naturaleza, ya que reúne las características heredables de un individuo o población, que en algún momento puede aportar algún beneficio

Mejora genética de la vid

No debes pensar que todas nuestras intervenciones en cuestión de cultivos, son negativas. También se generan nuevos individuos por medio de cruzamientos forzados. Es el caso de la mayoría de los patrones utilizados hoy en día, aunque también se aplica a las variedades, produciendo híbridos dentro de la especie Vitis vinifera.

La mejora genética de la vid comprende un conjunto de técnicas cuyo objetivo es obtener un nuevo material genético, generalmente libre de virus, para:
  • Aumentar la producción y/o calidad de la uva. 
  • Aumentar la resistencia a enfermedades y plagas. 
  • Mejorar la adaptación de la vid al suelo y/o al clima.
Para realizar esta mejora se utilizan distintos métodos, aunque en viticultura, los más generalizados son los dos últimos:
 
1. Mutación: Consiste en la aparición de un individuo extraño que se diferencia del resto por modificación de sus genes. Posteriormente se estudia por si posee alguna característica interesante. Las mutaciones puedes ser naturales o forzadas con radiación ultravioleta o sustancias mutagénicas.
 
2. Cultivo in vitro: Permite la multiplicación de un clon en un espacio limitado y en poco tiempo. Como la propagación se efectúa con ápices en crecimiento activo cuyas células no han sido todavía infectadas por los virus que pudiera tener la planta, se obtienen individuos sanos.
 
3. Hibridación: Consiste en la obtención de una nueva planta por fecundación cruzada, en la que el individuo resultante posee características de ambos parentales. Se efectúa polinizando con polen de uno de ellos, las flores castradas del otro, que se tapan a continuación. Tras alcanzar la madurez, se fuerza la germinación de las semillas obtenidas. Y así, ya tenemos nuevas plantas, que habrá que estudiar en los siguientes años.
 
4. Selección: La selección consiste en la obtención de cepas, por reproducción vegetativa, a partir de material vegetal procedente de una selección entre las mejores plantas de un viñedo, manteniendo así las características originales de la cepa madre.
 
Algunos de los objetivos buscados en las selecciones actuales son:
  • Ausencia de virus; mejora en la afinidad con los portainjertos.
  • Aumento o disminución de la producción.
  • Resistencia a plagas, enfermedades o heladas.
  • Vigor moderado.
  •  Racimos poco compactos.
  •  Bayas pequeñas.
  •  Aumento de la calidad del vino, reflejado en un bajo o alto grado alcohólico, la variación de la acidez, una mayor cantidad de antocianos, etc..

 
 

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